sábado, 24 de noviembre de 2018

HABILITACIÓN 2018


INSTITUCIÓN EDUCATIVA SANTO DOMINGO SAVIO
HABILITACIÓN RELIGIÓN 7°

·         Responde el siguiente taller en hojas de block, a mano y buscando mantener una buena presentación. Puedes presentar impreso sólo la parte de preguntas de selección múltiple con única respuesta
·         Todas las actividades del taller se realizan a partir de lo estudiado durante el año. (60%)
·         Sustenta mediante evaluación y entrega el taller realizado, dentro de la tercera semana  de enero. (40%)
·         Para que tenga validez la entrega del taller y la sustentación firma acta de recibido.

RESPONDE LAS SIGUIENTES PREGUNTAS DE SELECCIÓN MÚLTIPLE CON ÚNICA RESPUESTA

Dios es amor y crea por amor. El hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, es amor. El hombre ha nacido del amor y está hecho para el amor. El amor pertenece a la naturaleza misma del hombre. El amor hace que el hombre salga de sí y busque a Dios para relacionarse con él, busque a sus semejantes para convivir con ellos, y busque a la naturaleza y tenga con ella una relación limpia y noble. Y como el amor es vida, la relación del hombre debe ser una relación de vida, generadora de vida. Amor y vida son las dos características del hombre, de la pareja humana.
Según el texto anterior responde 1, 2 y 3
1.      La esencia del ser humano es:
a.       la pareja
b.      Dios
c.       el amor
d.      las relaciones
2.      El hombre realiza su ser cuando se relaciona con
a.       la divinidad
b.      la naturaleza
c.       los demás
d.      todas las anteriores
3.      Las relaciones que establece deben llevar a
a.       el amor
b.      la vida
c.       la solidaridad
d.      la sociedad
Recordemos que el plan o proyecto que Dios tiene para el hombre lo resumíamos en la triple relación: filiación o relación del hombre con Dios, fraternidad o relación del hombre con sus semejantes y señorío frente a los bienes de la naturaleza. Es claro que el proyecto de Dios no es solamente para vivirlo de manera personal, aislado, sino que es un proyecto para ser vivido por la pareja humana y por la familia.
Según el texto anterior responde 4, 5 y 6
4.      La pareja humana y la familia viven la filiación en la medida en que
a.       ama a sus semejantes
b.      domina su cuerpo y su entorno
c.       obedece a Dios
d.      cuida de la naturaleza
5.      La pareja, creada a imagen de Dios, vive su fraternidad en
a.       la oración
b.      la protección del medio ambiente
c.       la solidaridad con los más necesitados
d.      la puesta en práctica de la palabra de Dios
6.      El señorío es vivido por la pareja humana y la familia cuando
a.       son libres y cuidan la naturaleza
b.      sus relaciones son de solidaridad y respeto
c.       oran la palabra de Dios y la ponen en práctica
d.      dominan su entorno y a los que les rodean
Según tus apuntes en el cuaderno:
7.      Es un nivel de relación en la familia la relación:
a.       conyugal
b.      paternal
c.       fraternal
d.      todas las anteriores
8.      En la familia es un vínculo natural y un vínculo espiritual
a.       carne y solidaridad
b.      sangre y amor
c.       huesos y humildad
d.      sangre y responsabilidad
9.      La importancia del matrimonio reside en:
a.       su origen en Dios
b.      su naturaleza social
c.       la falta de parejas que se casan
d.      el bienestar de la pareja
10.  La importancia de la familia reside en que es:
a.       una realidad que siempre existirá
b.      el desarrollo económico de la sociedad
c.       el nacimiento y la formación de la persona
d.      los auxilios

El amor es el dinamismo que anima e impulsa incesantemente el descubrimiento y el encuentro de un hombre y una mujer. La sexualidad tiene su fundamento en las diferencias entre el hombre y la mujer. La sexualidad está en las diferencias y en la atracción mutua de esas diferencias buscando unirse y complementarse.
Siguiendo con lo aprendido en el tema Dios creó a la pareja humana responde 1 y 2
11.  Esas diferencias son:
a.       de personalidad y biológicas
b.      psicológicas y biológicas
c.       actitudinales y psicológicas
d.      actitudinales y de personalidad
12.  Esta complementariedad la vemos presente en
a.       la procreación y educación de los hijos
b.      el cuidado del hogar y la construcción de la sociedad
c.       cuidado de la naturaleza y construcción del reino de dios
d.      todas las anteriores
El amor del hombre y de la mujer abarca a toda la persona. En consecuencia, la sexualidad, mediante la cual el hombre y la mujer se dan uno a otro con los actos propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de modo verdaderamente humano, solamente cuando es parte integral del amor con el que el hombre y la mujer se comprometen' totalmente entre sí hasta la muerte. La donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en la que está presente toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la persona se reservase algo o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al futuro, ya no se donaría totalmente. Según lo anterior responde 3,4 y 5
13.  La relación sexual implica la entrega de
a.       el cuerpo
b.      la afectividad
c.       la persona integra
d.      las emociones
14.  La relación sexual es propia de
a.       los novios
b.      el hombre y la mujer
c.       los esposos
d.      todas las anteriores
15.  La relación sexual es verdaderamente humana cuando integra
a.       compromiso hasta la muerte
b.      amor verdadero
c.       donación física total
d.      todas las anteriores
16.  La relación sexual pierde su sentido cuando la pareja
a.       no se conoce totalmente
b.      se ve pocas veces
c.       ve la posibilidad de separarse más adelante
d.      sufre de mucho estrés por los problemas
Esta búsqueda para la unidad y la complementación de ambos es lo que llamamos el amor conyugal. El amor es esa fuerza misteriosa que impulsa a hombres y mujeres hacia el sexo opuesto. Cuando hablamos del amor entre un hom­bre y una mujer, aparecen tres opiniones: dos de ellas extremas y una tercera integradora. Las opiniones extremas son reco­nocidas como la espiritualista y la materia­lista. Según lo anterior responde 7 y 8:
17.  El amor conyugal es la razón de:
a.       la unión y complementación de la pareja
b.      la forma en que la pareja manifiesta su afecto
c.       una serie de emociones inconstantes
d.      el reconocimiento social de la pareja
18.  La postura que considera que la unión del hombre y de la mujer debe darse solamente a nivel de sentimientos e ideales es
a.       la integradora
b.      la espiritualista
c.       la materialista
d.      ninguna de las anteriores
19.  ¿Cuáles son las características esenciales del matrimonio?

20.  ¿Cuáles son los efectos del sacramento del matrimonio?


De acuerdo a lo estudiado sobre la misión de la familia en la Iglesia responde:
21.  La familia ejerce su misión profética cuando
    1. es una comunidad de fe, creyente y evangelizadora
    2. es una comunidad de diálogo con Dios, y vive su vida sacramental de manera auténtica
    3. tiene una vida de santidad y armonía
    4. tiene una actitud de servicio, de ayuda, de caridad, hacia los necesitados
22.  La familia ejerce su misión sacerdotal cuando
    1. es una comunidad de fe, creyente y evangelizadora
    2. es una comunidad de diálogo con Dios, y vive su vida sacramental de manera auténtica
    3. tiene una vida de santidad y armonía
    4. tiene una actitud de servicio, de ayuda, de caridad, hacia los necesitados
23.  La familia ejerce su misión real cuando
    1. es una comunidad de fe, creyente y evangelizadora
    2. es una comunidad de diálogo con Dios, y vive su vida sacramental de manera auténtica
    3. tiene una vida de santidad y armonía
    4. tiene una actitud de servicio, de ayuda, de caridad, hacia los necesitados
Según el tema de  la virgen María en la vida familiar y eclesial responde:
24.  Es una característica  que se desprende de la juventud de María y su relación con Dios
a.       Llevó, sin duda, la vida normal de una joven israelita, en el seno de una familia creyente
b.      María era todavía una jovencita cuando Dios le propone la noble misión de ser la Madre del Salvador
c.       María con su respuesta muestra su ESPÍRITU JOVEN por aceptar un compromiso arriesgado
d.      todas las anteriores
25.  ¿De qué manera se entregó María al plan de Dios?
a.       con reservas y desconfianza
b.      con miedo al qué dirán
c.       con generosidad
d.      con los ojos cerrados
26.  Fue la actitud que asumió maría ante el sufrimiento
a.       Abnegación
b.      Fidelidad
c.       Liberación
d.      Pasividad
Según el tema la familia creada por Dios responde:
27.  La fraternidad en la familia se vive cuando
a.       Se relaciona con Dios como su Creador, su Señor y su Padre
b.      Todos se relacionan como iguales en naturaleza humana en dignidad y en derechos
c.       Celebra diferentes fiestas fundadas por la Iglesia
d.      Tiene libertad frente a la naturaleza pues no se deja esclavizar de los bienes materiales
28.  El señorío en la familia se vive cuando
a.       Se relaciona con Dios como su Creador, su Señor y su Padre
b.      Todos se relacionan como iguales en naturaleza humana en dignidad y en derechos
c.       Celebra diferentes fiestas fundadas por la Iglesia
d.      Tiene libertad frente a la naturaleza pues no se deja esclavizar de los bienes materiales
29.  La filiación en la familia se vive cuando
a.       Se relaciona con Dios como su Creador, su Señor y su Padre
b.      Todos se relacionan como iguales en naturaleza humana en dignidad y en derechos
c.       Celebra diferentes fiestas fundadas por la Iglesia
d.      Tiene libertad frente a la naturaleza pues no se deja esclavizar de los bienes materiales
30.  ¿Cuál es el lugar que ocupa la familia en la Iglesia?


REALIZA LAS SIGUIENTES ACTIVIDADES

LUCES Y SOMBRAS DE LA FAMILIA HOY


1.      LAS LUCES DE LA FAMILIA HOY
Ciertamente que el amor y el pecado están presentes y actúan en el hombre, en la pareja humana, en la vida de familia y en la sociedad. Esto hace que en las familias de hoy encontremos luces y sombras.
¿Cuáles son las luces o los valores de la familia hoy? Juan Pablo II, en su carta sobre la familia, señala las siguientes:
  • Conciencia más viva de la libertad personal.
  • Mejor calidad de las relaciones interpersonales en el matrimonio.
  • Promoción y dignidad de la mujer.
  • Procreación responsable y libre.
  • Dedicación a la educación de los hijos.
  • Hay conciencia de que es necesario mejorar las relaciones entre las familias en orden a una ayuda recíproca, espiritual y material.
  • La familia busca conocer mejor su misión en la Iglesia, y su responsabilidad en la construcción de una sociedad más justa.


2.      LAS SOMBRAS O ASPECTOS DE EGOÍSMO EN LA FAMILIA

Es también Juan Pablo II, en el documento citado, quien señala las siguientes sombras, en la familia.
  • Hay una degradación en la conciencia de los valores fundamentales, valores como el amor, la libertad, la solidaridad, la verdad están siendo desfigurados y ensombrecidos.
  • Hay una equivocada concepción de la autonomía e independencia de los cónyuges entre sí.
  • Se está degradando la relación de autoridad padres e hijos.
  • Muchos padres transmiten falsos valores a sus hijos, y falsas expectativas para la vida.
  • El número cada vez mayor de divorcios, y la facilidad para unirse de nuevo.
  • La plaga mortal del aborto.
  • El recurso a la esterilización.
  • En muchas familias la pobreza y la miseria en que viven son sombras abrumadoras.
  • En otras familias el excesivo bienestar y el materialismo desorganizan la familia.
  • Familias con bienestar económico se niegan a tener hijos, unas veces porque ven en ellos enemigos que les van a impedir gozar la vida, otras veces porque consideran que los hijos traen unos gastos que les disminuye su fortuna.


3.      ¿QUE HACER?
La situación de luces y sombras muestra que la vida del hombre y de la familia es una prueba a la libertad que debe optar por el amor o por el egoísmo.

La recuperación de la dignidad del hombre y de la familia depende de la conversión y de la capacidad que tenga de adquirir profundos compromisos, entre los que podemos citar:
  • El reconocimiento de Dios, volver a Dios, a escuchar su palabra y vivir de acuerdo con ella.
  • Intensificar la vida de oración de la familia, porque la oración une y estrecha lazos.
  • Reconocimiento y esfuerzo por conservar los valores familiares.
        
ACTIVIDAD
Evalúa el logro de los objetivos
  1. De los valores o luces anotadas, ¿cuáles son las que se dan en nuestras familias?
  2. De las sombras anotadas, ¿cuáles son los que están presentes en nuestras familias?
  3. ¿Qué propondríamos nosotros como correctivos para mejorar la vida de la familia?
  4. Explica las primeras cinco luces de las familias hoy según Juan Pablo II

Tu compromiso

      5. ¿Qué valores debes reforzar para ser un buen miembro en tu familia? 


HAGAMOS NUESTRA ORACIÓN

Señor Dios nuestro, que hiciste al hombre y a la mujer a tu imagen, y pusiste en sus corazones el amor, con la misión de crecer y multiplicarse para llenar la tierra. Derrama sobre ellos tu bendición para que puedan cumplir dignamente con la finalidad que tuviste al crearlos. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

LA FAMILIA AL SERVICIO DE LA VIDA
ACTIVIDAD 1: EVOQUEMOS NUESTRA EXPERIENCIA
Analiza
1.      ¿Por qué es tan esperado el hijo en un matrimonio?
2.      ¿Cómo vive un matrimonio sin hijos?
3.      ¿Qué significan los hijos para la familia?
4.      ¿Hemos oído hablar de las campañas antinatalistas? ¿Quiénes las patrocinan? ¿Qué pretenden?
5.      ¿Qué es la paternidad responsable?

ACTIVIDAD 2: ¿QUE NOS DICE LA IGLESIA?
Es Dios mismo quien al comienzo, en la creación misma del hombre, le da la sublime misión de “creced, multiplicaos y llenad la tierra”.
La Iglesia, por su parte, enseña:
“El matrimonio y el amor conyugal están ordenados por su propia naturaleza la procreación y educación de los hijos. Desde luego, los hijos son don excelentísimo del matrimonio y contribuyen grandemente al bien de sus mismos padres. El mismo Dios, que dijo: No es bueno que el hombre esté solo, y el que los creó desde el principio los hizo varón y hembra, queriendo comunicarle una participación especial en su propia obra creadora, bendijo al varón y a la mujer diciendo: Creced y multiplicaos. Por tanto, el auténtico ejercicio del amor conyugal y toda la estructura de la vida familiar, que nace de aquél, sin dejar de lado los demás fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar valerosamente con el amor del Creador y Salvador, quien por medio de ellos aumenta y enriquece su propia familia. En el deber de transmitir la vida humana y educarla, lo cual hay que considerar como su propia misión, los cónyuges saben que son cooperadores del amor de Dios creador y como sus intérpretes”. Concilio Vaticano II.

REFLEXIONA
•          ¿Cuál es la finalidad del matrimonio?
•          ¿Cuál es el mandato de Dios para la pareja humana?
•          ¿De quién son cooperadores los cónyuges en el acto de la procreación?

ACTIVIDAD 3: RESUME
1. LA FECUNDIDAD EN LA FAMILIA
Observa como el amor y la vida van juntos; el amor produce nueva vida y la nueva vida aumenta y estrecha el amor.
La nueva vida, el hijo que nace, es producido por el amor que lleva a la unión sexual del hombre y de la mujer; el hijo es el “uno solo de dos”, el hijo es la presencia de la unidad, de la entrega mutua, de la donación de la vida que uno le hace al otro.
El hijo es el fruto de un acto procreador de la pareja, porque es Dios mismo quien los hace partícipes de su poder creador.
Hombre y mujer son así cooperadores de Dios de la creación de Dios.
El hijo no viene de fuera, no llega como un ser extraño, sino que nace desde dentro, de lo más íntimo de la pareja.

2. LA IGLESIA ESTA EN FAVOR DE LA VIDA
La Iglesia es consciente de que actualmente está extendiéndose una mentalidad contra la vida que tiene diferentes causas, entre las cuales podemos señalar:
•          El pánico creado por futurólogos y ecólogos sobre el crecimiento demográfico que exageran el peligro de un exceso en la población.
•          La sociedad capitalista que, en su egoísmo por no compartir los bienes adquiridos, imponen a los otros pueblos medios anticonceptivos, castración o esterilización.
•          Los que tienen mentalidad consumista y buscan el aumento de bienes materiales, y rechazan la verdadera riqueza que es la vida humana.
•          Los fatalistas que viendo las dificultades que tiene la humanidad de violencia, hambre, guerras, etc. se presentan “si es un bien vivir, o sería mejor no haber nacido”.

Está claro que todas las actitudes y opiniones proceden del egoísmo, de la ambición, del miedo, de la desconfianza en el amor de Dios, cuyo poder está por encima de todas.

Frente a esta mentalidad antinatalista y fatalista frente a la vida, “la Iglesia cree firmemente que la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad. Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo, la Iglesia está en favor de la vida: y en cada vida humana sabe descubrir el esplendor de aquel “Sí”, de aquel “Amén” que es Cristo mismo. Al “no” que invade y aflige al mundo, contrapone este “Sí” viviente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo de cuantos acechan y rebajan la vida.

La Iglesia está llamada a manifestar nueva-mente a todos, con un convencimiento más claro y firme, su voluntad de promover con todo medio y defender contra toda insidia la vida humana, en cualquier condición o fase de desarrollo en que se encuentre.

Por esto la Iglesia condena, como ofensa grave a la dignidad humana y a la justicia, todas aquellas actividades de los gobiernos o de otras autoridades públicas, que tratan de limitar de cualquier modo la libertad de los esposos en la decisión sobre los hijos. Por consiguiente, hay que condenar totalmente y rechazar con energía cualquier violencia ejercida por tales autoridades en favor del anticoncepcionismo e incluso de la esterilización y del aborto procurado. Al mismo tiempo, hay que rechazar como gravemente injusto el hecho de que, en las relaciones internacionales, la ayuda económica concedida para la promoción de los pueblos esté condicionada a programas de anticoncepcionismo, esterilización y aborto procurado”. Juan Pablo II.

3.         LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
L a fecundidad del amor conyugal no termina en la procreación. La educación es continuación del servicio a la vida.
“Como ha recordado el Concilio Vaticano II: ‘Puesto que los padres han dado la vida a los hijos, tienen la gravísima obligación de educar a la prole, y por tanto hay que reconocerlos como los primeros y principales educadores de sus hijos. Este deber de la educación familiar es de tanta trascendencia que, cuando falta, difícilmente puede suplirse. Es, pues, deber de los padres crear un ambiente de familia animado por el amor, por la piedad hacia Dios y hacia los hombres, que favorezca la educación íntegra personal y social de los hijos. La familia es, por tanto, la primera escuela de las virtudes sociales, que todas las sociedades necesitan”. Juan Pablo II.

El derecho de los padres a educar a sus hijos, por estar relacionado con la transmisión de la vida, es esencial, original y primario, y además insustituible.

La educación debe estar fundamentada en los valores esenciales de la vida humana entre ellos podemos destacar:
·         La justa libertad ante los bienes materiales, aprendiendo que “el hombre vale más por lo que es y no por lo que tiene”.
·         La verdadera justicia que lleva al respeto de la dignidad personal de cada uno.
·         El sentido de servicio, colaboración, solidaridad.
·         El amor entendido como don de sí que lleva a una verdadera educación sexual.
·         La paz entendida y vivida como una relación de fraternidad.
·         La fe y la vida espiritual como valores inapreciables para el hombre.

3.         LA PATERNIDAD RESPONSABLE
¿Cuántos hijos debe tener un matrimonio?
Los esposos mismos, actuando de común acuerdo, con plena libertad y fundamentados en el amor, son los responsables ante Dios del número de sus hijos.

Ellos deben tomar la decisión responsable teniendo en cuenta el propio bien y el de sus hijos, ya nacidos o todavía por venir, las condiciones materiales y espirituales en las que viven, el bien de toda la familia, de la sociedad y de la Iglesia.

La paternidad responsable no permite que los esposos actúen arbitrariamente.

ACTIVIDAD 4: EVALÚA EL LOGRO DE LOS OBJETIVOS
1.      ¿En qué consiste la fecundidad en la familia?
2.      ¿En qué consiste la mentalidad antinatalista?
3.      ¿Cuál es la actitud de la Iglesia frente a la mentalidad antinalista?
4.      ¿Cuál es el fundamento del derecho que tienen los padres a educar a sus hijos?
5.      ¿En qué consiste la paternidad responsable?

Analiza con tus compañeros
6.      ¿Cuál es nuestra actitud ante las campañas antinatalistas?
Tu compromiso
Para tu cuaderno
7.      ¿Cuál es tu actitud personal ante el nacimiento de los hijos?
8.      ¿Qué es lo que te aconseja la Iglesia?


LA FAMILIA PARTICIPA EN EL DESARROLLO DE LA SOCIEDAD

ACTIVIDAD 1: EVOQUEMOS NUESTRA EXPERIENCIA
1.      ¿Qué ocurre cuando una pareja de novios contrae matrimonio de manera irresponsable?
2.      ¿A qué es debido que algunas parejas lleguen al matrimonio sin la preparación adecuada?
3.      ¿Desde cuándo crees que debe empezarse la preparación al matrimonio?

ACTIVIDAD 2: ¿QUE NOS DICE LA BIBLIA?
Jesucristo mismo nos pone en aviso sobre lo que puede ocurrir si nos presentamos al matrimonio sin la debida preparación. Lee atentamente.

“El que escucha mi palabra y la práctica es como un hombre juicioso, que edificó su casa sobre la roca. Cayó la lluvia a torrentes, sopló el viento huracanado contra la casa, pero la casa, no se derrumbó, porque tenía los cimientos sobre la roca. En cambio, el que oye estas palabras sin ponerlas en práctica, es como el hombre necio que edificó su casa sobre la arena. Cayó la lluvia a torrentes, sonaron los vientos contra la casa hasta derrumbarla y la ruina fue grande". Mateo 7, 24-27.

REFLEXIONA
1.      ¿Sobre qué edificó el hombre juicioso su casa?
2.      ¿Por qué no se derrumbó?
3.      ¿Sobre qué la edificó el hombre necio?
4.      ¿Por qué se derrumbó?
5.      ¿De qué depende que la casa permanezca o se derrumbe?
6.      ¿Qué relación encontramos entre esta comparación de Jesús y la vida matrimonial?

ACTIVIDAD 3: RESUME EN TU TRABAJO

1.         DESDE YA DEBES PREPARARTE
as a reflexionar de nuevo una propuesta que se te hacía en la primera lección: “Nunca tomaremos suficientemente en serio al tema de la familia y el tema del matrimonio.

¿Has pensado alguna vez que en la unión conyugal, en la íntima relación conyugal, reside la suerte misma de los esposos, la continuidad de la vida humana, el destino de la familia y su bienestar, el futuro de la sociedad, la continuidad de la historia y, aún, la realización del Reino de Dios?
Dada la sublime grandeza del matrimonio y de la familia, es muy conveniente que toda persona reflexione detenidamente sobre su naturaleza su importancia, los fines y bienes que tiene, para acercarse a él responsablemente.

Acercarse al matrimonio y a la familia de manera inconsciente, irresponsable, pone en peligro el bienestar de los mismos contrayentes, el equilibrio de la familia y el orden en la sociedad.

Tal vez no hayas pensado aún en la posibilidad del matrimonio, pero sí has comenzado ya a dar tus primeros pasos por el camino del amor. Desde ya debes prepararte. Toma muy en serio el estudio de este tema del matrimonio y de la familia que es vital para ti”.

ESTAS VIVIENDO UNA ETAPA DEFINITIVA
Si todo el éxito y bienestar de la pareja humana, de la familia, de la sociedad y de la Iglesia, está en la vida matrimonial, el éxito de ésta está en el noviazgo y, a su vez, el éxito del noviazgo está en la madurez y responsabilidad afectiva que te hayas formado.

La vida afectiva, la vida de amor, hay que aprenderla, lo mismo que la vida intelectiva. A la madurez afectiva se llega por un proceso largo de aprendizaje en el que la amistad sincera, la solidaridad, el trabajo responsable, la colaboración y la oración son ricas vivencias que van formando y templando tu espíritu.

La vida afectiva sana y madura tiene su asiento y su fuerza en la autoestima. La conciencia sincera de que “yo valgo mucho”, porque, “soy consciente de que me he ido formando con responsabilidad, con esfuerzo y con sacrificio”, te llevará a encontrar la persona que “también vale mucho porque se ha ido formando con responsabilidad, con esfuerzo y con sacrificio”.

La autoestima te llevará a saber elegir, a buscar valores, porque tú vales; y pondrás tu vida en manos de alguien que sepa cuidarla con cariño, amor y responsabilidad.

Si no te preparas; si no tomas en serio tu vida; si te vas quedando vacío; si no tomas en serio la dignidad de la otra persona; si no tienes autoestima porque sabes que no te has formado; ¿qué esperas?


QUIEN ESCUCHA MIS PALABRAS
Dios es el creador del hombre, de la pareja humana; ha puesto en el corazón de la pareja el amor y la atracción mutua; él es el único que conoce el camino que conduce a la realización de la pareja y a su felicidad.

Y Dios ha revelado el camino; y el camino es su palabra que habla de unidad y de in-disolubilidad, de felicidad y de procreación. El secreto del matrimonio está en sus mismos fines, establecidos por Dios.
Quien oye la palabra de Dios y la guarda, quien sigue su ley, la ley del amor, se parece al hombre sabio que edificó su casa sobre roca y ni los vientos fuertes, ni las lluvias pudieron derrumbarla.
Quien guarda la palabra de Dios en su corazón, tiene fuerza; su amor es seguro y firme, y puede aguantar, sin derrumbarse, todas las dificultades y los inconvenientes.

Jesús te invita a construir tu vida sobre la roca. ¡Animo!. Confía en él. Esfuérzate por ser feliz.

ACTIVIDAD 4: EVALÚA EL LOGRO DE LOS OBJETIVOS
1.      ¿Es conveniente que comiences a prepararte desde ya para tu compromiso matrimonial?
2.      ¿Estás tomando al amor en serio?
3.      Saber que ser buen hijo te ayudará a ser buen esposo, buena esposa; ¿eres buen hijo? ¿Qué debes mejorar en tu relación con tus padres y hermanos?
4.      ¿Eres responsable y constante en tu estudio? La responsabilidad y la constancia te darán fuerza en el corazón.
5.      ¿Eres amigo, amiga, de Jesús? ¿Escuchas sus palabras? El te da la firmeza y la seguridad de la roca.
6.      Redacta tu compromiso para prepararte desde ahora.

ACTIVIDAD 5: TU COMPROMISO
1.      ¿Cuáles son los valores que conducen a estrechar los vínculos en la familia como comunidad de personas?
2.      ¿Cuál debe ser la actitud de los esposos ante la vida?
3.      ¿En qué sentido la familia es una comunidad de vida y de amor?
4.      ¿Cuál es la misión que tiene la familia en la Iglesia?
5.      La reflexión realizada durante el recorrido de este curso, ¿qué compromisos concretos te está exigiendo?

HAGAMOS NUESTRA ORACIÓN
Oh Señor, que estableciste a la familia cristiana como Iglesia doméstica, y le entregaste la misión de dar testimonio de la palabra y la obra de Jesucristo.
Derrama sobre ella la luz de tu verdad y la fuerza de tu Espíritu, para que pueda cumplir con la misión que le encomiendas. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

PLAN LECTOR 

Libertad

La libertad de los hijos de Dios
Las acciones del ser humano no pueden ser consideradas como consecuencia de factores que se encuentran fuera de él. Cada hombre y cada mujer están en capacidad de tomar en sus manos su propia existencia y determinar aquello que quieren alcanzar asumiendo con responsabilidad las consecuencias de sus actos.

Lee el siguiente texto de la Biblia.
Que la única deuda con los demás sea la del amor mutuo: el que ama al prójimo ya cumplió toda la Ley. Porque los mandamientos: no cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás, y cualquier otro, se resumen en este: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo. Por lo tanto, el amor es la plenitud de la Ley.

Ustedes saben en qué tiempo vivimos y que ya es hora de despertarse, porque la salvación está ahora más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. La noche está muy avanzada y se acerca el día. Abandonemos las obras propias de la noche y vistámonos con la armadura de la luz.

Como en pleno día, procedamos dignamente: basta de excesos en la comida y en la bebida, basta de lujuria y libertinaje, no más peleas ni envidias. Por el contrario, revístanse del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la carne.
Romanos 13, 8-14
1.      QUÉ DICE EL TEXTO
                     ¿Cuáles son las obras de la oscuridad a las que hace referencia el texto bíblico?
                     ¿Qué significa revestirse de la luz de Cristo?

2.      QUE ME DICE EL TEXTO
                     ¿Qué consecuencias tiene para el ser humano el vivir en las tinieblas y vivir en la oscuridad?
                     ¿Cuáles son las acciones que realizan los jóvenes de hoy que consideras son obras de la oscuridad?

ENFOQUE ANTROPOLÓGICO
Todos somos responsables de nuestros actos
Existen casos en los que las personas actúan casi por instinto, no toman conciencia de sus acciones, no analizan bien lo que van a hacer y por tanto tampoco pueden determinar las consecuencias de sus actos.

Lee la siguiente historia.

¿Qué es lo que pasa?
“Ayer me fui al médico y al salir de él, decidí llamar a un amigo para charlar un poco. Dijo que se encontraba muy cerca de donde yo estaba. Fui a buscarlo. Mi amigo tiene 24 años y acaba de ser padre hace tres meses. Lo encontré con su hija y su novia, a un lado, haciendo tareas.
Hablamos un rato, y luego salí para mi casa. Me sentí mal con mi amigo, porque no sé si se da cuenta de la responsabilidad que ahora tiene, porque sigue siendo el mismo mocoso, igual que cuando éramos novios hace dos años. (...)

Me preocupé por él y por la bebé, porque no encuentra trabajo, porque no terminó la escuela y porque ese día no les alcanzaba el dinero para comer... No sé qué le pasaba por la mente pero yo sí me sentí mal por él. No sé cómo se sentirá ante esta situación.

Me pregunto qué le está pasando a nuestra generación, por qué nos pasan estas cosas y no aprendemos. Ahí está la fregadera, perdón por la palabra, pero no es otra cosa y me molesta mucho este tipo de “hombrecitos” que no son capaces de darle sustento a la familia que decidieron formar...
¿Y acaso no todo es en nombre de la “libertad”, de que cada quien tiene derecho a hacer con su vida lo que le venga en gana?...

Claudia Patricia Gómez. Testimonio de una joven

3.      CÓMO APLICARLO A MI REALIDAD

  1.            ¿Cómo entienden la libertad y la responsabilidad cada uno de los personajes de la historia?
  2.            Según la joven “no aprendemos” ¿Qué es lo que debemos aprender? ¿Cuál es la enseñanza que nos deja esta historia?
  3.            ¿Conoces otras historias parecidas a esta en las cuales se evidencie la irresponsabilidad de los jóvenes en sus acciones y decisiones? ¿Cuáles?

El lobo y el perro
Un lobo iba caminando por el monte, maltrecho y con hambre. La temporada de caza había estado bastante mala, y lo peor era que no parecía que fuera a mejorar. Había una fuerte sequía y muchos de los animales silvestres que le servían de alimento habían emigrado en busca de mejor suerte. Tampoco

 había manera de acercarse a los rebaños de ovejas ya que estaban muy bien custodiados por gordos y bien alimentados perros ovejeros. Las cosas no podían estar más difíciles. Presa del desconsuelo y la
 incertidumbre, el lobo avanzaba con dificultad, preguntándose qué podría hacer. En el camino se encontró de pronto con uno de aquellos perros que cuidaban los rebaños. La primera idea que cruzó por su mente fue atacarlo, pero se contuvo, pensando en lo débil que estaba y en lo fuerte y saludable que se veía el otro. De manera que prefirió acercarse y conversar con él en son de paz.

-¡Qué bien te ves! ¡Permíteme felicitarte! ¡Se nota que no te hace falta nada!- le dijo el lobo al perro, con admiración y también algo de envidia. -La verdad es que no me puedo quejar – contestó el obeso ovejero, sobándose la panza con satisfacción. -A mí no me va tan bien - confesó el lobo.

La comida está muy escasa, y por más que me esfuerzo no logro atrapar gran cosa. -Deberías venirte a vivir con los humanos- le propuso el perro-, con ellos, la vivienda está asegurada y no hace falta esforzarse mucho. Sólo hay que estar pendiente de las ovejas, ladrarle de vez en cuando a los forasteros y lamerle la mano al amo cuando nos llame su lado. En cuanto a la comida, con las sobras que depositan en nuestros platos nos basta.

Al lobo todo esto le pareció muy bien y acompañó al perro hasta su casa. Al llegar, vio cómo lo castigaban por haber estado ausente enseguida lo amarraban con una cadena a la entrada de una casa diminuta.

-¿Y esto qué significa?- preguntó el lobo desde el exterior de la verja.
-Ah, no es nada. - respondió el perro, con naturalidad. -Todo el día permanecemos amarrados, porque a los amos les gusta tenernos siempre cerca para que les cuidemos sus cosas. Es lo más normal del mundo.

-Pues a mí no me parece- dijo el lobo, espantado. -Prefiero mi forma de vida. No tendré todas esas comodidades ni estaré tan bien alimentado, pero al menos soy libre.


  • 4.      QUÉ DICE EL TEXTO
  • ¿En qué consiste la libertad del lobo? ¿Por qué el perro no era libre?
  • 5.      QUE ME DICE EL TEXTO
  • ¿Cuándo nos volvemos esclavos de lo que nos da comodidad y placer?
  • 6.      CÓMO APLICARLO A MI REALIDAD
  • ¿Qué les dirías a las personas que prefieren vivir cómodamente atados a sus cadenas y que rechazan la liberad de los hijos de Dios?

PARTICIPACIÓN EN LA VIDA Y MISIÓN DE LA IGLESIA


ACTIVIDAD 1: RESUME EL SIGUIENTE TEXTOS

La familia en el misterio de la Iglesia

49. Entre los cometidos fundamentales de la familia cristiana se halla el eclesial, es decir, que ella está puesta al servicio de la edificación del Reino de Dios en la historia, mediante la participación en la vida y misión de la Iglesia.

Para comprender mejor los fundamentos, contenidos y características de tal participación, hay que examinar a fondo los múltiples y profundos vínculos que unen entre sí a la Iglesia y a la familia cristiana, y que hacen de esta última como una “Iglesia en miniatura” (Ecclesia domestica) de modo que sea, a su manera, una imagen viva y una representación histórica del misterio mismo de la Iglesia.

Es ante todo la Iglesia Madre la que engendra, educa, edifica la familia cristiana, poniendo en práctica para con la misma la misión de salvación que ha recibido de su Señor. Con el anuncio de la Palabra de Dios, la Iglesia revela a la familia cristiana su verdadera identidad, lo que es y debe ser según el plan del Señor; con la celebración de los sacramentos, la Iglesia enriquece y corrobora a la familia cristiana con la gracia de Cristo, en orden a su santificación para la gloria del Padre; con la renovada proclamación del mandamiento nuevo de la caridad, la Iglesia anima y guía a la familia cristiana al servicio del amor, para que imite y reviva el mismo amor de donación y sacrificio que el Señor Jesús nutre hacia toda la humanidad.

Por su parte la familia cristiana está insertada de tal forma en el misterio de la Iglesia que participa, a su manera, en la misión de salvación que es propia de la Iglesia. Los cónyuges y padres cristianos, en virtud del sacramento, “poseen su propio don, dentro del Pueblo de Dios, en su estado y forma de vida”. Por eso no sólo “reciben” el amor de Cristo, convirtiéndose en comunidad “salvada”, sino que están también llamados a “transmitir” a los hermanos el mismo amor de Cristo, haciéndose así comunidad “salvadora”. De esta manera, a la vez que es fruto y signo de la fecundidad sobrenatural de la Iglesia, la familia cristiana se hace símbolo, testimonio y participación de la maternidad de la Iglesia.

Un cometido eclesial propio y original

50. La familia cristiana está llamada a tomar parte viva y responsable en la misión de la Iglesia de manera propia y original, es decir, poniendo a servicio de la Iglesia y de la sociedad su propio ser y obrar, en cuanto comunidad íntima de vida y de amor.
Si la familia cristiana es comunidad cuyos vínculos son renovados por Cristo mediante la fe y los sacramentos, su participación en la misión de la Iglesia debe realizarse según una modalidad comunitaria; juntos, pues, los cónyuges en cuanto pareja, y los padres e hijos en cuanto familia, han de vivir su servicio a la Iglesia y al mundo. Deben ser en la fe “un corazón y un alma sola”, mediante el común espíritu apostólico que los anima y la colaboración que los empeña en las obras de servicio a la comunidad eclesial y civil.

La familia cristiana edifica además el Reino de Dios en la historia mediante esas mismas realidades cotidianas que tocan y distinguen su condición de vida. Es por ello en el amor conyugal y familiar —vivido en su extraordinaria riqueza de valores y exigencias de totalidad, unicidad, fidelidad y fecundidad------ donde se expresa y realiza la participación de la familia cristiana en la misión profética, sacerdotal y real de Jesucristo y de su Iglesia. El amor y la vida constituyen por lo tanto el núcleo de la misión salvífica de la familia cristiana en la Iglesia y para la Iglesia.

Lo recuerda el Concilio Vaticano II cuando dice: “La familia hará partícipes a otras familias, generosamente, de sus riquezas espirituales. Así es como la familia cristiana, cuyo origen está en el matrimonio, que es imagen y participación de la alianza de amor entre Cristo y la Iglesia, manifestará a todos la presencia viva del Salvador en el mundo y la auténtica naturaleza de la Iglesia, ya por el amor, la generosa fecundidad, la unidad y fidelidad de los esposos, ya por la cooperación amorosa de todos sus miembros”.

Puesto así el fundamento de la participación de la familia cristiana en la misión eclesial, hay que poner de manifiesto ahora su contenido en la triple unitaria referencia a Jesucristo Profeta, Sacerdote y Rey, presentando por ello la familia cristiana como 1) comunidad creyente y evangelizadora, 2) comunidad en diálogo con Dios, 3) comunidad al servicio del hombre.


1) La familia cristiana, comunidad creyente y evangelizadora

La fe, descubrimiento y admiración del plan de Dios sobre la familia

51. Dado que participa de la vida y misión de la Iglesia, la cual escucha religiosamente la Palabra de Dios y la proclama con firme confianza, la familia cristiana vive su cometido profético acogiendo y anunciando la Palabra de Dios. Se hace así, cada día más, una comunidad creyente y evangelizadora.

También a los esposos y padres cristianos se exige la obediencia a la fe, ya que son llamados a acoger la Palabra del Señor que les revela la estupenda novedad —la Buena Nueva— de su vida conyugal y familiar, que Cristo ha hecho santa y santificadora. En efecto, solamente mediante la fe ellos pueden descubrir y admirar con gozosa gratitud a qué dignidad ha elevado Dios el matrimonio y la familia, constituyéndolos en signo y lugar de la alianza de amor entre Dios y los hombres, entre Jesucristo y la Iglesia esposa suya. La misma preparación al matrimonio cristiano se califica ya como un itinerario de fe. Es, en efecto, una ocasión privilegiada para que los novios vuelvan a descubrir y profundicen la fe recibida en el Bautismo y alimentada con la educación cristiana. De esta manera reconocen y acogen libremente la vocación a vivir el seguimiento de Cristo y el servicio al Reino de Dios en el estado matrimonial.

El momento fundamental de la fe de los esposos está en la celebración del sacramento del matrimonio, que en el fondo de su naturaleza es la proclamación, dentro de la Iglesia, de la Buena Nueva sobre el amor conyugal. Es la Palabra de Dios que “revela” y “culmina” el proyecto sabio y amoroso que Dios tiene sobre los esposos, llamados a la misteriosa y real participación en el amor mismo de Dios hacia la humanidad. Si la celebración sacramental del matrimonio es en sí misma una proclamación de la Palabra de Dios en cuanto son por título diverso protagonistas y celebrantes, debe ser una “profesión de fe” hecha dentro y con la Iglesia, comunidad de creyentes.

Esta profesión de fe ha de ser continuada en la vida de los esposos y de la familia. En efecto, Dios que ha llamado a los esposos “al” matrimonio, continúa a llamarlos “en el” matrimonio. Dentro y a través de los hechos, los problemas, las dificultades, los acontecimientos de la existencia de cada día, Dios viene a ellos, revelando y proponiendo las “exigencias” concretas de su participación en el amor de Cristo por su Iglesia, de acuerdo con la particular situación —familiar, social y eclesial— en la que se encuentran. El descubrimiento y la obediencia al plan de Dios deben hacerse “en conjunto” por parte de la comunidad conyugal y familiar, a través de la misma experiencia humana del amor vivido en el Espíritu de Cristo entre los esposos, entre los padres y los hijos.

Para esto, también la pequeña Iglesia doméstica, como la gran Iglesia, tiene necesidad de ser evangelizada continua e intensamente. De ahí deriva su deber de educación permanente en la fe.

Ministerio de evangelización de la familia cristiana

52. En la medida en que la familia cristiana acoge el Evangelio y madura en la fe, se hace comunidad evangelizadora. Escuchemos de nuevo a Pablo VI: “La familia, al igual que la Iglesia, debe ser un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia.

Dentro pues de una familia consciente de esta misión, todos los miembros de la misma evangelizan y son evangelizados. Los padres no sólo comunican a los hijos el Evangelio, sino que pueden a su vez recibir de ellos este mismo Evangelio profundamente vivido... Una familia así se hace evangelizadora de otras muchas familias y del ambiente en que ella vive”.

Como ha repetido el Sínodo, recogiendo mi llamada lanzada en Puebla, la futura evangelización depende en gran parte de la Iglesia doméstica. Esta misión apostólica de la familia está enraizada en el Bautismo y recibe con la gracia sacramental del matrimonio una nueva fuerza para transmitir la fe, para santificar y transformar la sociedad actual según el plan de Dios.

La familia cristiana, hoy sobre todo, tiene una especial vocación a ser testigo de la alianza pascual de Cristo, mediante la constante irradiación de la alegría del amor y de la certeza de la esperanza, de la que debe dar razón: “La familia cristiana proclama en voz alta tanto las presentes virtudes del reino de Dios como la esperanza de la vida bienaventurada”.

La absoluta necesidad de la catequesis familiar surge con singular fuerza en determinadas situaciones, que la Iglesia constata por desgracia en diversos lugares: “En los lugares donde una legislación antirreligiosa pretende incluso impedir la educación en la fe, o donde ha cundido la incredulidad o ha penetrado el secularismo hasta el punto de resultar prácticamente imposible una verdadera creencia religiosa, la Iglesia doméstica es el único ámbito donde los niños y los jóvenes pueden recibir una auténtica catequesis”.

Un servicio eclesial

53. El ministerio de evangelización de los padres cristianos es original e insustituible y asume las características típicas de la vida familiar, hecha, como debería estar, de amor, sencillez, concreción y testimonio cotidiano.

La familia debe formar a los hijos para la vida, de manera que cada uno cumpla en plenitud su cometido, de acuerdo con la vocación recibida de Dios. Efectivamente, la familia que está abierta a los valores transcendentes, que sirve a los hermanos en la alegría, que cumple con generosa fidelidad sus obligaciones y es consciente de su cotidiana participación en el misterio de la cruz gloriosa de Cristo, se convierte en el primero y mejor seminario de vocaciones a la vida consagrada al Reino de Dios.

El ministerio de evangelización y catequesis de los padres debe acompañar la vida de los hijos también durante su adolescencia y juventud, cuando ellos, como sucede con frecuencia, contestan o incluso rechazan la fe cristiana recibida en los primeros años de su vida. Y así como en la Iglesia no se puede separar la obra de evangelización del sufrimiento del apóstol, así también en la familia cristiana los padres deben afrontar con valentía y gran serenidad de espíritu las dificultades que halla a veces en los mismos hijos su ministerio de evangelización.

No hay que olvidar que el servicio llevado a cabo por los cónyuges y padres cristianos en favor del Evangelio es esencialmente un servicio eclesial, es decir, que se realiza en el contexto de la Iglesia entera en cuanto comunidad evangelizada y evangelizadora. En cuanto enraizado y derivado de la única misión de la Iglesia y en cuanto ordenado a la edificación del único Cuerpo de Cristo, el ministerio de evangelización y de catequesis de la Iglesia doméstica ha de quedar en íntima comunión y ha de armonizarse responsablemente con los otros servicios de evangelización y de catequesis presentes y operantes en la comunidad eclesial, tanto diocesana como parroquial.

Predicar el Evangelio a toda criatura

54. La universalidad sin fronteras es el horizonte propio de la evangelización, animada interiormente por el afán misionero, ya que es de hecho la respuesta a la explícita e inequívoca consigna de Cristo: “Id por el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura”.

También la fe y la misión evangelizadora de la familia cristiana poseen esta dimensión misionera católica. El sacramento del matrimonio que plantea con nueva fuerza el deber arraigado en el bautismo y en la confirmación de defender y difundir la fe, constituye a los cónyuges y padres cristianos en testigos de Cristo “hasta los últimos confines de la tierra”, como verdaderos y propios misioneros” del amor y de la vida.

Una cierta forma de actividad misionera puede ser desplegada ya en el interior de la familia. Esto sucede cuando alguno de los componentes de la misma no tiene fe o no la practica con coherencia. En este caso, los parientes deben ofrecerles tal testimonio de vida que los estimule y sostenga en el camino hacia la plena adhesión a Cristo Salvador.

Animada por el espíritu misionero en su propio interior, la Iglesia doméstica está llamada a ser un signo luminoso de la presencia de Cristo y de su amor incluso para los “alejados”, para las familias que no creen todavía y para las familias cristianas que no viven coherentemente la fe recibida. Está llamada “con su ejemplo y testimonio” a iluminar “a los que buscan la verdad”.

Así como ya al principio del cristianismo Aquila y Priscila se presentaban como una pareja misionera, así también la Iglesia testimonia hoy su incesante novedad y vigor con la presencia de cónyuges y familias cristianas que, al menos durante un cierto período de tiempo, van a tierras de misión a anunciar el Evangelio, sirviendo al hombre por amor de Jesucristo.

Las familias cristianas dan una contribución particular a la causa misionera de la Iglesia, cultivando la vocación misionera en sus propios hijos e hijasy, de manera más general, con una obra educadora que prepare a sus hijos, desde la juventud “para conocer el amor de Dios hacia todos los hombres”.

2) La familia cristiana, comunidad en diálogo con Dios

 El santuario doméstico de la Iglesia

 55. El anuncio del Evangelio y su acogida mediante la fe encuentran su plenitud en la celebración sacramental. La Iglesia, comunidad creyente y evangelizadora, es también pueblo sacerdotal, es decir, revestido de la dignidad y partícipe de la potestad de Cristo, Sumo Sacerdote de la nueva y eterna Alianza. 

También la familia cristiana está inserta en la Iglesia, pueblo sacerdotal, mediante el sacramento del matrimonio, en el cual está enraizada y de la que se alimenta, es vivificada continuamente por el Señor y es llamada e invitada al diálogo con Dios mediante la vida sacramental, el ofrecimiento de la propia vida y oración.

Este es el cometido sacerdotal que la familia cristiana puede y debe ejercer en íntima comunión con toda la Iglesia, a través de las realidades cotidianas de la vida conyugal y familiar. De esta manera la familia cristiana es llamada a santificarse y a santificar a la comunidad eclesial y al mundo.

El matrimonio, sacramento de mutua santificación y acto de culto

 56. Fuente y medio original de santificación propia para los cónyuges y para la familia cristiana es el sacramento del matrimonio, que presupone y especifica la gracia santificadora del bautismo. En virtud del misterio de la muerte y resurrección de Cristo, en el que el matrimonio cristiano se sitúa de nuevo, el amor conyugal es purificado y santificado: “El Señor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y la caridad”.

El don de Jesucristo no se agota en la celebración del sacramento del matrimonio, sino que acompaña a los cónyuges a lo largo de toda su existencia. Lo recuerda explícitamente el Concilio Vaticano II cuando dice que Jesucristo “permanece con ellos para que los esposos, con su mutua entrega, se amen con perpetua fidelidad, como Él mismo amó a la Iglesia y se entregó por ella... Por ello los esposos cristianos, para cumplir dignamente sus deberes de estado, están fortificados y como consagrados por un sacramento especial, con cuya virtud, al cumplir su misión conyugal y familiar, imbuidos del espíritu de Cristo, que satura toda su vida de fe, esperanza y caridad, llegan cada vez más a su propia perfección y a su mutua santificación, y, por tanto, conjuntamente, a la glorificación de Dios”.
 La vocación universal a la santidad está dirigida también a los cónyuges y padres cristianos. Para ellos está especificada por el sacramento celebrado y traducida concretamente en las realidades propias de la existencia conyugal y familiar. De ahí nacen la gracia y la exigencia de una auténtica y profunda espiritualidad conyugal y familiar, que ha de inspirarse en los motivos de la creación, de la alianza, de la cruz, de la resurrección y del signo, de los que se ha ocupado en más de una ocasión el Sínodo.


El matrimonio cristiano, como todos los sacramentos que “están ordenados a la santificación de los hombres, a la edificación del Cuerpo de Cristo y, en definitiva, a dar culto a Dios”, es en sí mismo un acto litúrgico de glorificación de Dios en Jesucristo y en la Iglesia. Celebrándolo, los cónyuges cristianos profesan su gratitud a Dios por el bien sublime que se les da de poder revivir en su existencia conyugal y familiar el amor mismo de Dios por los hombres y del Señor Jesús por la Iglesia, su esposa.

Y como del sacramento derivan para los cónyuges el don y el deber de vivir cotidianamente la santificación recibida, del mismo sacramento brotan también la gracia y el compromiso moral de transformar toda su vida en un continuo sacrificio espiritual. También a los esposos y padres cristianos, de modo especial en esas realidades terrenas y temporales que los caracterizan, se aplican las palabras del Concilio: “También los laicos, como adoradores que en todo lugar actúan santamente, consagran el mundo mismo a Dios”.

Matrimonio y Eucaristía

 57. El deber de santificación de la familia cristiana tiene su primera raíz en el bautismo y su expresión máxima en la Eucaristía, a la que está íntimamente unido el matrimonio cristiano. El Concilio Vaticano II ha querido poner de relieve la especial relación existente entre la Eucaristía y el matrimonio, pidiendo que habitualmente éste se celebre “dentro de la Misa”. Volver a encontrar y profundizar tal relación es del todo necesario, si se quiere comprender y vivir con mayor intensidad la gracia y las responsabilidades del matrimonio y de la familia cristiana.

La Eucaristía es la fuente misma del matrimonio cristiano. En efecto, el sacrificio eucarístico representa la alianza de amor de Cristo con la Iglesia, en cuanto sellada con la sangre de la cruz. Y en este sacrificio de la Nueva y Eterna Alianza los cónyuges cristianos encuentran la raíz de la que brota, que configura interiormente y vivifica desde dentro, su alianza conyugal. En cuanto representación del sacrificio de amor de Cristo por su Iglesia, la Eucaristía es manantial de caridad. Y en el don eucarístico de la caridad la familia cristiana halla el fundamento y el alma de su “comunión” y de su “misión”, ya que el Pan eucarístico hace de los diversos miembros de la comunidad familiar un único cuerpo, revelación y participación de la más amplia unidad de la Iglesia; además, la participación en el Cuerpo “entregado” y en la Sangre “derramada” de Cristo se hace fuente inagotable del dinamismo misionero y apostólico de la familia cristiana.

El sacramento de la conversión y reconciliación

58. Parte esencial y permanente del cometido de santificación de la familia cristiana es la acogida de la llamada evangélica a la conversión, dirigida a todos los cristianos que no siempre permanecen fieles a la “novedad” del bautismo que los ha hecho “santos”. Tampoco la familia es siempre coherente con la ley de la gracia y de la santidad bautismal, proclamada nuevamente en el sacramento del matrimonio.

El arrepentimiento y perdón mutuo dentro de la familia cristiana que tanta parte tienen en la vida cotidiana, hallan su momento sacramental específico en la Penitencia cristiana. Respecto de los cónyuges cristianos, así escribía Pablo VI en la encíclica Humanae vitae: “Y si el pecado les sorprendiese todavía, no se desanimen, sino que recurran con humilde perseverancia a la misericordia de Dios, que se concede en el Sacramento de la Penitencia”.

La celebración de este sacramento adquiere un significado particular para la vida familiar. En efecto, mientras mediante la fe descubren cómo el pecado contradice no sólo la alianza con Dios, sino también la alianza de los cónyuges y la comunión de la familia, los esposos y todos los miembros de la familia son alentados al encuentro con Dios “rico en misericordia”, el cual, infundiendo su amor más fuerte que el pecado, reconstruye y perfecciona la alianza conyugal y la comunión familiar.

La plegaria familiar

 59. La Iglesia ora por la familia cristiana y la educa para que viva en generosa coherencia con el don y el cometido sacerdotal recibidos de Cristo Sumo Sacerdote. En realidad, el sacerdocio bautismal de los fieles, vivido en el matrimonio-sacramento, constituye para los cónyuges y para la familia el fundamento de una vocación y de una misión sacerdotal, mediante la cual su misma existencia cotidiana se transforma en “sacrificio espiritual aceptable a Dios por Jesucristo”. Esto sucede no sólo con la celebración de la Eucaristía y de los otros sacramentos o con la ofrenda de sí mismos para gloria de Dios, sino también con la vida de oración, con el diálogo suplicante dirigido al Padre por medio de Jesucristo en el Espíritu Santo.

La plegaria familiar tiene características propias. Es una oración hecha en común, marido y mujer juntos, padres e hijos juntos. La comunión en la plegaria es a la vez fruto y exigencia de esa comunión que deriva de los sacramentos del bautismo y del matrimonio. A los miembros de la familia cristiana pueden aplicarse de modo particular las palabras con las cuales el Señor Jesús promete su presencia: “Os digo en verdad que si dos de vosotros conviniéreis sobre la tierra en pedir cualquier cosa, os lo otorgará mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos”. 

Esta plegaria tiene como contenido original la misma vida de familia que en las diversas circunstancias es interpretada como vocación de Dios y es actuada como respuesta filial a su llamada: alegrías y dolores, esperanzas y tristezas, nacimientos y cumpleaños, aniversarios de la boda de los padres, partidas, alejamientos y regresos, elecciones importantes y decisivas, muerte de personas queridas, etc., señalan la intervención del amor de Dios en la historia de la familia, como deben también señalar el momento favorable de acción de gracias, de imploración, de abandono confiado de la familia al Padre común que está en los cielos. Además, la dignidad y responsabilidades de la familia cristiana en cuanto Iglesia doméstica solamente pueden ser vividas con la ayuda incesante de Dios, que será concedida sin falta a cuantos la pidan con humildad y confianza en la oración.

Maestros de oración

60. En virtud de su dignidad y misión, los padres cristianos tienen el deber específico de educar a sus hijos en la plegaria, de introducirlos progresivamente al descubrimiento del misterio de Dios y del coloquio personal con Él: “Sobre todo en la familia cristiana, enriquecida con la gracia y los deberes del sacramento del matrimonio, importa que los hijos aprendan desde los primeros años a conocer y a adorar a Dios y a amar al prójimo según la fe recibida en el bautismo”.

Elemento fundamental e insustituible de la educación a la oración es el ejemplo concreto, el testimonio vivo de los padres; sólo orando junto con sus hijos, el padre y la madre, mientras ejercen su propio sacerdocio real, calan profundamente en el corazón de sus hijos, dejando huellas que los posteriores acontecimientos de la vida no lograrán borrar. Escuchemos de nuevo la llamada que Pablo VI ha dirigido a las madres y a los padres: “Madres, ¿enseñáis a vuestros niños las oraciones del cristiano? ¿Preparáis, de acuerdo con los sacerdotes, a vuestros hijos para los sacramentos de la primera edad: confesión, comunión, confirmación? ¿Los acostumbráis, si están enfermos, a pensar en Cristo que sufre? ¿A invocar la ayuda de la Virgen y de los santos? ¿Rezáis el rosario en familia? Y vosotros, padres, ¿sabéis rezar con vuestros hijos, con toda la comunidad doméstica, al menos alguna vez? Vuestro ejemplo, en la rectitud del pensamiento y de la acción, apoyado por alguna oración común vale una lección de vida, vale un acto de culto de un mérito singular; lleváis de este modo la paz al interior de los muros domésticos: "Pax huic domui". Recordad: así edificáis la Iglesia”. 

Plegaria litúrgica y privada

61. Hay una relación profunda y vital entre la oración de la Iglesia y la de cada uno de los fieles, como ha confirmado claramente el Concilio Vaticano II.(153) Una finalidad importante de la plegaria de la Iglesia doméstica es la de constituir para los hijos la introducción natural a la oración litúrgica propia de toda la Iglesia, en el sentido de preparar a ella y de extenderla al ámbito de la vida personal, familiar y social. De aquí deriva la necesidad de una progresiva participación de todos los miembros de la familia cristiana en la Eucaristía, sobre todo los domingos y días festivos, y en los otros sacramentos, de modo particular en los de la iniciación cristiana de los hijos. Las directrices conciliares han abierto una nueva posibilidad a la familia cristiana, que ha sido colocada entre los grupos a los que se recomienda la celebración comunitaria del Oficio divino. Pondrán asimismo cuidado las familias cristianas en celebrar, incluso en casa y de manera adecuada a sus miembros, los tiempos y festividades del año litúrgico.

Para preparar y prolongar en casa el culto celebrado en la iglesia, la familia cristiana recurre a la oración privada, que presenta gran variedad de formas. Esta variedad, mientras testimonia la riqueza extraordinaria con la que el Espíritu anima la plegaria cristiana, se adapta a las diversas exigencias y situaciones de vida de quien recurre al Señor. Además de las oraciones de la mañana y de la noche, hay que recomendar explícitamente —siguiendo también las indicaciones de los Padres Sinodales— la lectura y meditación de la Palabra de Dios, la preparación a los sacramentos, la devoción y consagración al Corazón de Jesús, las varias formas de culto a la Virgen Santísima, la bendición de la mesa, las expresiones de la religiosidad popular.

Dentro del respeto debido a la libertad de los hijos de Dios, la Iglesia ha propuesto y continúa proponiendo a los fieles algunas prácticas de piedad en las que pone una particular solicitud e insistencia. Entre éstas es de recordar el rezo del rosario: “Y ahora, en continuidad de intención con nuestros Predecesores, queremos recomendar vivamente el rezo del santo Rosario en familia .... no cabe duda de que el Rosario a la Santísima Virgen debe ser considerado como una de las más excelentes y eficaces oraciones comunes que la familia cristiana está invitada a rezar. Nos queremos pensar y deseamos vivamente que cuando un encuentro familiar se convierta en tiempo de oración, el Rosario sea su expresión frecuente y preferida”. Así la auténtica devoción mariana, que se expresa en la unión sincera y en el generoso seguimiento de las actitudes espirituales de la Virgen Santísima, constituye un medio privilegiado para alimentar la comunión de amor de la familia y para desarrollar la espiritualidad conyugal y familiar. Ella, la Madre de Cristo y de la Iglesia, es en efecto y de manera especial la Madre de las familias cristianas, de las Iglesias domésticas.


Plegaria y vida

62. No hay que olvidar nunca que la oración es parte constitutiva y esencial de la vida cristiana considerada en su integridad y profundidad. Más aún, pertenece a nuestra misma “humanidad” y es “la primera expresión de la verdad interior del hombre, la primera condición de la auténtica libertad del espíritu”.

Por ello la plegaria no es una evasión que desvía del compromiso cotidiano, sino que constituye el empuje más fuerte para que la familia cristiana asuma y ponga en práctica plenamente sus responsabilidades como célula primera y fundamental de la sociedad humana. En ese sentido, la efectiva participación en la vida y misión de la Iglesia en el mundo es proporcional a la fidelidad e intensidad de la oración con la que la familia cristiana se una a la Vid fecunda, que es Cristo.

De la unión vital con Cristo, alimentada por la liturgia, de la ofrenda de sí mismo y de la oración deriva también la fecundidad de la familia cristiana en su servicio específico de promoción humana, que no puede menos de llevar a la transformación del mundo.

3 ) La familia cristiana, comunidad al servicio del hombre

El nuevo mandamiento del amor

63. La Iglesia, pueblo profético, sacerdotal y real, tiene la misión de llevar a todos los hombres a acoger con fe la Palabra de Dios, a celebrarla y profesarla en los sacramentos y en la plegaria, y finalmente a manifestarla en la vida concreta según el don y el nuevo mandamiento del amor.

La vida cristiana encuentra su ley no en un código escrito, sino en la acción personal del Espíritu Santo que anima y guía al cristiano, es decir, en “la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús”: “el amor de Dios se ha derramado en nuestros corazones por virtud del Espíritu Santo, que nos ha sido dado”.

Esto vale también para la pareja y para la familia cristiana: su guía y norma es el Espíritu de Jesús, difundido en los corazones con la celebración del sacramento del matrimonio. En continuidad con el bautismo de agua y del Espíritu, el matrimonio propone de nuevo la ley evangélica del amor, y con el don del Espíritu la graba más profundamente en el corazón de los cónyuges cristianos. Su amor, purificado y salvado, es fruto del Espíritu que actúa en el corazón de los creyentes y se pone a la vez como el mandamiento fundamental de la vida moral que es una exigencia de su libertad responsable.

La familia cristiana es así animada y guiada por la ley nueva del Espíritu y en íntima comunión con la Iglesia, pueblo real, es llamada a vivir su “servicio” de amor a Dios y a los hermanos. Como Cristo ejerce su potestad real poniéndose al servicio de los hombres, así también el cristiano encuentra el auténtico sentido de su participación en la realeza de su Señor, compartiendo su espíritu y su actitud de servicio al hombre: “Este poder lo comunicó a sus discípulos, para que también ellos queden constituidos en soberana libertad, y por su abnegación y santa vida venzan en sí mismos el reino del pecado (cf. Rom 6, 12). Más aún, para que sirviendo a Cristo también en los demás, conduzcan con humildad y paciencia a sus hermanos al Rey, cuyo servicio equivale a reinar. También por medio de los fieles laicos el Señor desea dilatar su reino: reino de verdad y de vida, reino de santidad y de gracia, reino de justicia, de amor y de paz. Un reino en el cual la misma creación será liberada de la servidumbre de la corrupción para participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios (cf. Rom 8, 21)”.

Descubrir en cada hermano la imagen de Dios

64. Animada y sostenida por el mandamiento nuevo del amor, la familia cristiana vive la acogida, el respeto, el servicio a cada hombre, considerado siempre en su dignidad de persona y de hijo de Dios.

Esto debe realizarse ante todo en el interior y en beneficio de la pareja y la familia, mediante el cotidiano empeño en promover una auténtica comunidad de personas, fundada y alimentada por la comunión interior de amor. Ello debe desarrollarse luego dentro del círculo más amplio de la comunidad eclesial en el que la familia cristiana vive. Gracias a la caridad de la familia, la Iglesia puede y debe asumir una dimensión más doméstica, es decir, más familiar, adoptando un estilo de relaciones más humano y fraterno.

La caridad va más allá de los propios hermanos en la fe, ya que “cada hombre es mi hermano”; en cada uno, sobre todo si es pobre, débil, si sufre o es tratado injustamente, la caridad sabe descubrir el rostro de Cristo y un hermano a amar y servir.

Para que el servicio al hombre sea vivido en la familia de acuerdo con el estilo evangélico, hay que poner en práctica con todo cuidado lo que enseña el Concilio Vaticano II: “Para que este ejercicio de la caridad sea verdaderamente irreprochable y aparezca como tal, es necesario ver en el prójimo la imagen de Dios, según la cual ha sido creado, y a Cristo Señor, a quien en realidad se ofrece lo que al necesitado se da”.

La familia cristiana, mientras con la caridad edifica la Iglesia, se pone al servicio del hombre y del mundo, actuando de verdad aquella “promoción humana”, cuyo contenido ha sido sintetizado en el Mensaje del Sínodo a las familias: “Otro cometido de la familia es el de formar los hombres al amor y practicar el amor en toda relación humana con los demás, de tal modo que ella no se encierre en sí misma, sino que permanezca abierta a la comunidad, inspirándose en un sentido de justicia y de solicitud hacia los otros, consciente de la propia responsabilidad hacia toda la sociedad”.

FUENTE: Carta encíclica "Familiaris Consortio". San Juan Pablo II

ACTIVIDAD 2: EVALÚA LOS CONOCIMIENTOS ADQUIRIDOS

  1. ¿De qué manera “la familia participa en el ministerio de la Iglesia”?
  2. ¿Qué es lo propio y original de la forma en que  la familia cristiana tomar parte viva y responsable en la misión de la Iglesia?
  3. Según el tema “La familia cristiana, comunidad creyente y evangelizadora” ¿Por qué a los esposos y padres cristianos se les exige la obediencia a la fe?
  4. ¿El “Ministerio de evangelización de la familia cristiana” se da cuando la familia es un espacio donde el Evangelio es transmitido y desde donde éste se irradia? ¿Por qué?
  5. ¿De qué maneras la familia debe formar a los hijos para la vida, de manera que cada uno cumpla en plenitud su cometido, de acuerdo con la vocación recibida de Dios?
  6. ¿Qué medios puede utilizar la familia para “predicar el evangelio a toda criatura”?
  7. ¿Qué medios le ofrece la Iglesia a la familia para mantener el diálogo con Dios?
  8. ¿Por qué “el matrimonio es sacramento de mutua santificación y acto de culto?
  9. ¿Qué relación hay entre el “matrimonio y la Eucaristía”?
  10. ¿Por qué la familia necesita del “sacramento de la conversión y reconciliación”?
  11. ¿Cuáles son las características de “la plegaria familiar”?
  12. ¿Cuándo los padres son “maestros de oración”?
  13. ¿Cuál es la relación entre “plegaria litúrgica y privada”?
  14. ¿Cuál es la relación entre “plegaria y vida”?
  15. ¿Cuándo la familia pone en práctica “el nuevo mandamiento del amor”? Da tres ejemplos

ACTIVIDAD 3: OBSERVA LA PELÍCULA “PUNTA DE LANZA” Y RESPONDE


1.     ¿Qué es lo que más te llamó la atención de la película?
2.     ¿Por qué razón estas familias dejaron su país para irse al Ecuador?
3.     ¿Qué sacrificios hicieron estas familias por irse a evangelizar?
4.     ¿Qué frutos dio su entrega en esta misión en el Ecuador?
5.     ¿Cómo podrían las familias de nuestro tiempo cumplir la llamada que Dios les hace a evangelizar?



3 comentarios:

  1. profe ud podría de hacerme el favor de hablar con la profe de ingles y pedirle q me mande la foto de las 4 bimestrales a mi mama sino q a mi se me perdieron

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  2. Hola como esta profesor alexander a donde hay q ir el martes a presentar la recuperacion

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  3. Hola profe usted me puede hacer el fabor de esplicarme otra vez si mehace el fabor

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